martes, 27 de octubre de 2015

Nos advirtió, pero todo a ido a peor

Félix nos advirtió y trató de inculcarnos una conciencia sobre este grave problema, pero sólo unos pocos le oyeron, pues a día de hoy, todo a ido a peor. 
 

 
Gracias Félix.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Pirografía, Grabados en madera

La Pirografía o Pirograbado, también conocida en inglés como Woodburning, es un arte milenario que consiste en la decoración o el marcado de la madera mediante la aplicación de herramientas metálicas cuya punta se encuentra incandescente.

Pirograbado es una palabra compuesta derivada del griego, Piros = fuego, Graphos = grabar, escribir: "La escritura del fuego"

Se cree que los hombres de las cavernas pudieron haber utilizado palos carbonizados para marcar las paredes de sus cuevas pero no hay hallazgos de ello al respecto

Según Kathleen Menendez del “E-Museum of Pyrographic Art”, los primeros ejemplos de pirografía que sobreviven hacen referencia a un "contenedor" decorado con flores y colibríes encontrado en Perú, que parece ser uno de los principales sitios del nacimiento de la pirografía., fechado a 700 A.C.

Sin embargo se cree que la pirografía se practicaba en el Perú 3000 años atrás. Esta técnica ha sido practicada por varias culturas incluyendo los egipcios y algunas tribus africanas desde los orígenes de los tiempos. El pirógrafo Robert Boyer propone que esta técnica data de la prehistoria cuando los primeros humanos crearon diseños empleando los restos calientes del fuego. En China, durante la dinastía Han se conocía a este método como "bordado con agujas de fuego". Durante la Época victoriana, la invención de máquinas provocó un amplio interés por este tipo de artesanía y fue entonces cuando se acuñó el término pirografía

La pirografía es, en muchos países, una forma artística tradiconal. En Europa, Asia, Australia y América la pirografía fue utilizada para decorar objetos tales como instrumentos musicales y utensilios de cocina. En Europa el uso de la pirografía apareció durante los períodos medieval y renacentista.


En la época victoriana se hizo más popular, al ser aceptado como una forma de arte llamada Pokerwork, y bajo la cual se producían pinturas y diseños en madera generados a partir de una aguja metálica expuesta al fuego. Para ello se habría utilizado una estufa de carbón con todos los agujeros donde barras de metal de diversos tamaños y formas eran calentados. Una temperatura constante mantenía el control de calor una vez la barra se enfriaba.

lunes, 5 de octubre de 2015

La importancia de los matojos

Las tierras áridas o secas no gozan de la misma buena imagen que las zonas boscosas. Su apariencia poco exuberante y aspecto un tanto desgastado las relega a un segundo plano en el imaginario colectivo. Sin embargo, prácticamente la mitad de la superficie terrestre (dos tercios del territorio de España) son tierras áridas. Es más, estos ecosistemas tienen un papel clave en el equilibrio global de carbono, siendo reservorios de extraordinario valor.

El rasgo esencial de la zona árida es el hecho de que la precipitación anual no alcanza a cubrir las pérdidas causadas por la evaporación superficial y la transpiración de las plantas. Al permanente déficit hídrico se le suma una distribución irregular de las lluvias, dando lugar a episodios recurrentes e impredecibles de sequías y diluvios torrenciales. Las tierras secas o áridas, que se clasifican en subtipos (subhúmedo seco, semiárido, árido e hiperárido), abarcan un gran rango de ecosistemas. Desde eriales y arbustos, hasta bosques xerofíticos (como acacias al borde del Sahara), pasando por sabanas y desiertos fríos y cálidos, que albergan algunas de las formas de vida más extremas del planeta.

En estos amplios territorios viven 2.000 millones de personas y pasta la mitad de la ganadería mundial. Las especies vegetales y animales que conforman estos hábitats son producto de un proceso de adaptación a la errática y escasa disponibilidad de agua. En nuestro país, una de las expresiones más características de las zonas áridas son los matorrales, plantas de pequeño porte que prosperan en estepas, altiplanos y relieves con suelos de escaso espesor y muy pobres en materia orgánica.

Este paisaje de matojos (como vulgarmente se denominan) es en muchos casos el último bastión antes de llegar a la degradación absoluta: los desiertos. Su existencia es de vital importancia para proteger al suelo de la erosión, facilitar la redistribución del agua de lluvia y aumentar las tasas de infiltración. Además tienen un papel clave en el intercambio de carbono que se produce entre el suelo y la atmósfera. En lugares con vegetación abundante, la actividad fotosintética hace que se fije más carbono del que se emite. Sin embargo, en los drylands o tierras secas este balance está al límite. Los matojos evitan que se produzca una emisión mucho mayor de carbono a la atmósfera.

En algunas regiones, como es el caso de España, el hecho se agrava debido a que gran parte de las zonas áridas coinciden con sustratos calizos, especialmente ricos en carbono. En ellos, el agua diluye los sustratos haciendo que las emisiones de carbono sean enormes. 

Los matorrales son el tipo de vegetación que gasta menos agua y en muchos casos no son sustituibles. Repoblaciones con especies inadecuadas pueden alterar el equilibrio hídrico y que el monte se seque. La desaparición de manantiales naturales debido a una tasa de consumo hídrico excesiva es un claro efecto de este tipo de repoblaciones.