lunes, 29 de junio de 2015

El árbol vivo más viejo del mundo

El árbol más antiguo del mundo, una pícea de 9.550 años que data de la era glacial, ha sido descubierto en la provincia de Dalarna, en Suecia. La pícea solitaria de Noruega, que pertenece a la especie que tradicionalmente se usa para decorar las casas europeas durante Navidad, representa la planta viva más antigua identificada en el planeta.

La parte visible del árbol, de cuatro metros de altura, tiene alrededor de unos 600 años, pero su sistema de raíces ha estado creciendo por unos 9.550 años. Así lo asegura Leif Kullman, profesor del departamento de ecología y ciencia ambiental de la Universidad de Umeå en Suecia y director de la investigación.

El arbusto, que fue encontrado en una altitud de 910 metros, debe su increíble longevidad a la capacidad de clonarse a si mismo. "Los tallos y el tronco de la pícea tienen una vida útil de alrededor de 600 años; pero tan pronto éstos mueren surgen unos nuevos de las reservas de la raíz" explica Kullman. "Es por esto que el árbol tiene una expectativa de vida muy larga", añade.

Los antiguos remanentes de las raíces de la pícea fueron datados a través de la técnica del radiocarbono. Estos análisis hacen parte de un estudio que indaga sobre la manera en que los árboles poblaron Escandinavia una vez la zona se había deshelado.

"Antes del hallazgo la concepción general hacía suponer que estos árboles migraron al área hace unos 2.000 años, pero ahora tendremos que reescribir los libros de textos", afirma Kullman. De ser cierto esto, es posible afirmar que "la desglaciación ocurrió mucho antes de lo que se cree" y que "incluso la era glacial pudo haber sido mucho más corta de lo que hasta ahora se sabe", tal y como lo apunta el científico.

Los efectos del cambio climático 

sábado, 20 de junio de 2015

Los árboles de la Amazonía se adaptan a las sequías "inhalando" menos carbono

Científicos británicos han revelado que el ritmo con el que los árboles de la Amazonía "inhalan"  carbono a través de la fotosíntesis puede disminuir durante los periodos de sequía severa, según publica la revista "Nature". Por primera vez un equipo internacional de investigadores, encabezado por expertos de a Universidad inglesa de Oxford, ha proporcionado pruebas directas sobre esta caída del carbono. "Esta disminución en la captación de carbono no desciende las tasas de crecimiento (de las plantas perennes) pero provoca un aumento de las muertes de los árboles", dijo Christopher Doughty, de la Escuela de Geografía y Medio Ambiente de la Oxford.

Según Doughty, autor principal del estudio, "cuando los árboles mueren y se descomponen, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera aumentan, lo que podría acelerar el cambio climático durante las sequías". Los científicos midieron las tasas de crecimiento y la fotosíntesis de los árboles en trece parcelas de la selva tropical en Brasil, Perú y Bolivia, y compararon los solares afectados por la fuerte sequía de 2010 con aquellos que no se vieron perjudicados.

Las parcelas que los científicos seleccionaron representaban las diversas condiciones climáticas y de suelo de la cuenca amazónica, medían una hectárea cada una y contenían entre 400 y 500 árboles. Durante tres años, los expertos pasaron varias semanas al mes en cada terreno para medir la tasa de crecimiento de cada árbol y el número de raíces pequeñas que habían crecido.

Se mantiene el crecimiento, pero mueren más árboles Los hallazgos explicaron que, si bien la tasa de fotosíntesis fue constante entre los árboles no afectados por la sequía, la tasa fotosintética de las seis parcelas afectadas por el tiempo seco se redujo significativamente. El estudio explica que es probable que esta situación haya dado lugar al aumento en el número de árboles que mueren en los años posteriores a los periodos de sequía. Este estudio internacional es el primer examen detallado a gran escala del ciclo completo del carbono observando el crecimiento y el metabolismo de las parcelas forestales de la cuenca del Amazonas.

 La Red Mundial de Vigilancia de Ecosistemas (GEM, en sus siglas en inglés) continuará vigilando de cerca los bosques tropicales de América, África y Asia durante las próximas décadas para determinar cómo se ven afectados por el cambio climático, según "Nature". "Sólo a través de la vigilancia minuciosa podemos entender las relaciones entre el cambio climático y la biosfera", subrayó YadvinderMalhi, coordinador del GEM.                  Fuente: 20 minutos

viernes, 12 de junio de 2015

El libro semilla

A pesar del aumento de los e-books, la mayoría de los libros para niños todavía se hacen de los árboles. Un nuevo libro de imágenes está diseñado como un simple recordatorio de ese hecho:cuando los niños terminan de leer una historia sobre una aventura en la selva, pueden plantar el libro en el suelo.


Finalmente, del libro brotará de nuevo en un mini-bosque de árboles. 

El libro llamado, ‘Mi Papá Estuvo en la Selva’, de una editorial de Buenos Aires, había estado a la venta por un tiempo en un formato estándar. Pero la editora quería rediseñarlo. 

“Tiene un mensaje entrañable en relación con el respeto que debemos a todos los seres vivos. Pero nos preguntábamos cómo tomar este mensaje incluso más profundo. Queríamos desarrollar una acción de comunicación de gran alcance con un peso metafórico", dijo Raquel Franco, directora de Pequeño Editor.

Cada página se imprime con tintas no tóxicas y se siembra con semillas de la jacaranda, un árbol originario de Argentina. “Es un árbol que proporciona una excelente sombra y ofrece una gran cantidad de oxígeno en el medio ambiente”, dice Franco. Antes de plantar el libro, los niños riegan la cubierta para ayudar a las semillas germinan, y luego lo deben dejar en un lugar soleado en el interior. Una vez que las semillas han germinado, el libro puede ir en un jardín o en la tierra al lado de una carretera o la acera.

miércoles, 3 de junio de 2015

Indecorosas y mortales iniciales

Seguramente cuando el rey Alfonso VIII de Castilla se encontraba planeando la batalla de las Navas de Tolosa durante su estancia en el Castillo de Burgos el roble que hoy emerge distinguido en el bosque situado junto a la granja de Las Mijaradas (Hurones) empezaba a despuntar. Más de 800 años calcula Juan Carlos Chicote que tiene este árbol imponente, cuyo tronco, en su base, mide más de seis metros de perímetro. Ha sobrevivido a batallas, a deforestaciones masivas, pero ahora está a punto de claudicar. ¿Por qué? Porque un ‘gracioso’, un desalmado sin ningún amor a la naturaleza, se le ocurrió, hace unos años, estampar su firma en la corteza. ¿Cómo? Practicando unas profundas hendiduras con una motosierra. Solo para que unas iniciales, una G y una M, dieran testimonio de su paso por este mundo, para dejar constancia de su ego indecoroso. Esos cortes, visibles desde la tierra de labor aledaña al bosque y que luego rellenó de pintura negra, y otro tajo aun más hondo que practicó en el lado opuesto están matando el ejemplar.


El roble está perdiendo la corteza, que parece más bien corcho ya en muchas partes, y varias ramas se están secando en las puntas, «debido a que está perdiendo riego periférico a consecuencia de la falta de savia suficiente provocada por los cortes», señala Chicote, bombero burgalés y un apasionado de la naturaleza. Vecino de Gamonal, desde niño ha frecuentado estos parajes y recuerda haber observado la presencia de gatos monteses, zorros y hasta lobos. En el siglo XV formaba parte de la masa forestal que constituía el cazadero de la realeza, que se extendía sin solución de continuidad hasta Camino Casa la Vega. Ahora mismo su titular es el Arzobispado -igual que de la granja- y quizás por ello este bosque tan singular se ha librado de las talas desde el siglo XVI, cuando la fábrica de pólvora del Castillo comenzó a demandar leña para producir el por entonces novedoso explosivo.