A menudo, al tratar cuestiones
medioambientales, se centra la atención únicamente en las especies animales o
en los ecosistemas en peligro de extinción, pero dejamos al margen o prestamos
menos interés a los árboles, que son la base de los ecosistemas y tienen un
papel fundamental en la naturaleza. Algunos de los árboles más
emblemáticos de la Tierra
también son algunos de los que se encuentran en mayor riesgo de extinción.
Merece la pena dar la voz de alarma y apoyar los esfuerzos para su
conservación.
Hagamos un recorrido por algunos
de los árboles en peligro de extinción.
En California nos encontramos con
la Sequoia,
que es el árbol más grande y antiguo del planeta. Tiene una altura de entre 50
y 80 metros,
y la sequoia más vieja tiene 3.200 años. Se estima que hay 20.000 ejemplares
dispersos en las arboledas que han subsistido. Además de en Estados Unidos, hay
parques nacionales que las protegen en Inglaterra y Australia.
En el continente americano
también están los Pinos britlecone, entre cuyas características está la de ser
el árbol más longevo del mundo. Muchos de sus ejemplares superan los 5.000
años. Tienen aspecto de árboles secos y muertos porque son retorcidos y con
escasas hojas, producto de las condiciones extremas en las que viven, que es
precisamente una de las razones por las que viven tanto, ya que no tienen
enemigos naturales capaces de aguantar esas condiciones extremas.
En África e India podemos
encontrar a la
Moringa Oleifera, conocido como el árbol de los mil usos por
los innumerables beneficios que tiene. Crece en zonas secas y evita la erosión
del suelo, protege del viento, tiene frutos muy nutritivos, y distintas partes
como las semillas, las raíces, o las hojas se utilizan para paliar dolores de
articulaciones o problemas digestivos.
En China crece el Ginkgo, que es
un “fósil viviente”, único en su especie, su origen lo encontramos hace 270
millones de años y es un árbol vistoso, razón por la que utiliza a veces con
fines ornamentales. Una de sus peculiaridades es que sus semillas no tienen
cáscara protectora, por lo tanto no conviven ambos sexos en el mismo árbol sino
que existen ginkgos masculinos y femeninos. Los machos se reconocen por sus
numerosas flores amarillas y las hembras producen una fruta con olor
nauseabundo.
En las zonas semiáridas del
Sáhara se encuentran los Baobabs, que destacan por lo ancho del perímetro de su
tronco, que puede llegar a medir 40 metros, y porque pueden almacenar 120.000 litros de
agua. Es un árbol majestuoso a la vez que útil, puesto que su fruto, parecido a
un melón pequeño, muy rico en fibra, se consume como pasta y se utiliza para
elaborar una bebida refrescante. Con sus hojas también se hace sopa y con la
corteza se pueden hacer cuerdas.
En Egipto nos encontramos con el Eucalyptus regnans, que puede llegar a ser tan alto como la pirámide de Giza, que es la más grande del país. Son árboles naturales del sudeste de Australia, tienen flores y su fruto es una cápsula pequeña con una fragancia característica de los bosques de eucalitptos.
En otras zonas del mundo hay sin sinfín de especies propias también amenazadas, por ejemplo, en Extremadura (España), están en riesgo el tejo, el abedul, el carballo, el mostajo y el loro. En particular el tejo sólo cuenta con 240 ejemplares al norte de Cáceres y el abedul con 470 ejemplares. En Castilla y León (España) también se encuentran en peligro la encina y la sabina albar.
Otra especie arbórea en peligro
de extinción es el palorrosa (nombre científico Aniba rosaeodora). Sus
ejemplares se están agotando rápidamente, ya que al día de hoy la producción de
aceite de palorrosa se encuentra alrededor de las 50 toneladas, muy lejos de
las 40 toneladas de la década de los 60. Su explotación masiva lo está llevando
a la extinción.
La madera de este árbol se
utiliza, principalmente, en dos industrias: la fabricación de guitarras de
lujo, debido a su ductilidad y excelente sonoridad, que lo sitúan como la mejor
opción para los diapasones; y en la perfumería, porque si se machaca y se
hierve de una manera concreta, se extrae un aceite aromático utilizado en
perfumes de lujo, por ejemplo, Chanel nº 5.
Los caprichitos de algunas y la
falta de escrúpulos de otros, ha colocado a este árbol en la lista de especies
en extinción.
El nogal antillano o palo de nuez
es otro árbol en peligro; natural de Puerto Rico, Cuba y República Dominicana.
Es conocido como Juglans jamaicensis, aunque nunca se ha visto en Jamaica, y
fue declarado como especie en peligro de extinción en enero de 1997. Su amenaza
son la extensión de las plantaciones de café, que al no exigir sombra provocan
que los talen, y el desmonte para tareas agrícolas.
El nogal es un árbol grande que
puede alcanzar hasta 25
metros de altura y su madera es de gran calidad. Su
fruta es comestible pero, hasta donde se sabe, nunca fue explotada
comercialmente.
Otra árbol en peligro de extinción en Puerto Rico es el capá rosa (o péndula cimarrona) y cuyo nombre científico es Callicarpa ampla. Esta especie fue declarada en peligro de extinción en 1992. Sólo 14 árboles de capá rosa existían entonces en cinco lugares en la Isla.
En Venezuela, país con enorme
riqueza ecológica, tiene numerosas especies de árboles en peligro de extinción,
por ejemplo: Caro-Caro, Canoruco, Lluvia de Oro, Cotoperiz, Tamarindo,
Dividive, Acacia, Roble o Apamate y Flor Amarilla.
En Brasil, donde las especies en vías de extinción ha dado un salto gigantesco y es alarmante, encontramos el pernanbuco (Pau Brasil, Caesalpinia echinata), un árbol del bosque húmedo brasileño, explotado durante 500 años y con cuya madera se fabrican los mejores arcos de violín e instrumentos musicales.
En América Central y América del Sur están en peligro el cedro rojo (Cedrela odorata) y las especies de Cedrela.
Son sólo algunos de los árboles
en peligro de extinción, sobre los que tenemos una responsabilidad ineludible
de conservación para generaciones futuras.
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