Estamos en Navidad, y con ella
las celebraciones familiares, los regalos y los adornos navideños. Junto con el
belén, las estrellas y las luces, el árbol de Navidad es uno de los elementos
que no falta en nuestros hogares. ¿Te
gustaría saber cuál es su origen?
Si bien existen varias teorías en
torno al origen del árbol de Navidad, una de las más extendidas defiende que
proviene de los celtas de Europa central, quienes empleaban árboles para
representar a varios Dioses. Además, coincidiendo con la fecha de la Navidad cristiana
celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un
árbol. Tenía el nombre de Divino Idrasil -Árbol del Universo-, en su copa se
hallaba el cielo y en las raíces profundas se encontraba el infierno.
Según cuenta la leyenda, entre
los años 680 y 754, San Bonifacio evangelizador de Alemania, entendió que era
imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, por lo que decidió adaptarla
dándole un sentido cristiano. Fue así como cortó con un hacha un roble que
representaba a Odín, y en su lugar plantó un abeto, que por ser perenne
simbolizaba el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas. Las manzanas
representaban el pecado original y las velas, la luz de Jesucristo.