El árbol de la vida, el heredero
del título de árbol más solitario del planeta tiene todas las papeletas para
acabar como su antecesor, por la estupidez humana. Es una acacia de Bahréin, el
país más pequeño del golfo Pérsico, que ha heredado el título de “el árbol más
solitario y aislado del planeta“. Y aunque no os lo vayáis a creer, se está
muriendo por culpa del turismo.
Milagro de la vida, pues parece
mentira que un árbol pueda encontrar agua en ese árido terreno, se le calculan
400 años de edad. Y por ello son miles las personas que acuden a verlo,
tocarlo, treparlo, pintarlo e incluso marcarlo a cuchillo en su torturada
corteza. Tratando de protegerlo algo, le han puesto una pequeña valla
alrededor, pero es ineficaz. Sin mencionar, por supuesto, la cantidad de basura
que los turistas dejan en sus visitas y que nadie después recoge.
Hemos de entender que los árboles
centenarios son monumentos vivos tan antiguos como una catedral, tan bellos
como un paisaje, pero tan frágiles como una flor. Colaboremos en su
conservación.
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