viernes, 19 de febrero de 2021

¿Por qué es importante reforestar?

Los desastres naturales, como los incendios o las tormentas, acaban cada año con miles de hectáreas de arbolado. Cuidar y fomentar las masas boscosas ayuda a mantener la biodiversidad, regular el clima y proteger el terreno ante lluvias y corrimientos de tierra, pero, sobre todo, contribuye a absorber las emisiones de CO2.

 

En España hay una gran superficie boscosa. Sin embargo, los incendios o las actividades agrarias han generado grandes terrenos sin arbolado. Según el III Inventario Forestal Nacional, en nuestro país hay más de nueve millones de hectáreas de superficie forestal desarbolada e importantes zonas agrícolas semiabandonadas o de muy escasa rentabilidad, susceptibles de ser cambiadas a uso forestal.

Uno de los principales motivos por los que es fundamental reforestar es la capacidad que tienen los bosques de actuar como sumideros naturales de carbono. Y es que la actividad humana genera, cada año, más de 40 gigatoneladas de CO2. La mitad se acumula en la atmósfera, mientras que el resto es absorbida por los sumideros naturales de carbono (árboles, océanos, suelos, etc.) uno de los mayores aliados contra el cambio climático. 

Los bosques contribuyen a evitar la erosión del terreno producida por las lluvias; captan agua y regulan su filtrado hacia los manantiales; crean paisaje; contribuyen a la biodiversidad dando cobijo a plantas y animales; y aportan suministros como frutos, madera o energía a través de la biomasa.

CÓMO ACTUAR TRAS UN INCENDIO

Cada verano escuchamos noticias sobre los incendios que afectan a nuestros bosques y cuya recuperación conlleva años de trabajo e inversión. Una vez extinguido el fuego, comienza un largo proceso que se extiende durante “los 40 o 50 años que tarda en hacerse el bosque”, según estudios de Sylvestris, una empresa social especializada en reforestación de bosques y desarrollo rural.

En primer lugar, hay que limpiar el monte y “extraer los restos que pueden ser reutilizados, por ejemplo, para generar biomasa”. Y una parte de esos árboles calcinados se destina para crear “fajines y albarradas”, una especie de muros de contención que “protegen de la erosión” para que “cuando la lluvia arrastre la tierra y la ceniza, los limos se queden”. Y tras dos años de reposo, que se dejan para ver si “el bosque es capaz de regenerarse de forma natural con semillas enterradas o porque las raíces no se han quemado”, comienza el proceso de reforestación de la mano de ingenieros forestales, que “desarrollan un proyecto técnico y de gestión durante los siguientes años, que depende de cada bosque, de la altitud, del clima o de las especies”. Con el plan bien armado, comienza la plantación de los pequeños árboles, de escasos centímetros, cultivados siempre en viveros de la zona.

miércoles, 10 de febrero de 2021

La Castañera opta a ser el Árbol Europeo del Año

Una encina aragonesa opta a ser el Árbol Europeo del Año.

La carrasca milenaria de Lecina, en la provincia de Huesca, es nuestro representante en el European Tree of the Year, algo así como el Festival de Eurovisión de los árboles singulares europeos. Frente a ella, otros 13 gigantes vegetales de toda clase, especie y condición aspiran a lograr el mismo galardón. 

Con sus 16 metros de altura y un tronco de siete metros de perímetro, que para ser abrazado necesitaría la colaboración de cuatro personas adultas, este árbol milenario se ha convertido en una auténtica catedral viva.


“La carrasca de Lecina es un ser vivo único e irrepetible, y al mismo tiempo 
un referente cultural en toda la zona que merece nuestro respeto y proclamación como Árbol del Año 2021”, explica Susana Domínguez, presidenta de Bosques Sin Fronteras, la asociación promotora de este peculiar concurso en España.

Durante todo el mes de febrero, se puede votar su candidatura en la web oficial del concurso



Desde el primer día, la encina va en primera posición, pero el candidato italiano, un viejo plátano calabrés, le viene pisando las ramas, y en las últimas horas podrían darse cambios en la clasificación, por eso, es necesario nuestro apoyo.

El objetivo del Árbol Europeo del Año es reforzar el carácter de patrimonio natural y cultural de estos viejos árboles tan queridos, reconociendo la necesidad de su protección. Por eso, en el concurso no solo se valoran la belleza, tamaño o edad del árbol, sino su historia y relación con el territorio y la comunidad con la que convive.



Lo más complicado para la vieja encina fue lograr el galardón nacional. Compitió con otros 10 ejemplares monumentales igualmente de gran fama, como las moreras de Cala del Moral (Málaga, símbolo de una antigua industria sedera), el pino de La Baia (Alicante, terror de los ladrones), el carbayón de Cornellana (Asturias, 484 años), el moral de Villoviado (Burgos, plantado por el guerrillero cura Merino) e incluso una prima milenaria de la Sierra Subbética cordobesa (centenaria vecina de Lucena). Pero sus casi 10.000 votos logrados, 3.000 más que el segundo clasificado, le dieron una victoria indiscutible.

Desde que en 2015 fuera declarado árbol singular de Aragón, se ha convertido en auténtico icono del turismo rural del concurrido Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, donde se conoce popularmente como 'La Castañera', por el gran tamaño y buen sabor de sus bellotas: hasta 600 kilos al año.



lunes, 1 de febrero de 2021

Matorrales, la vegetación más despreciada también la más importante

En la Naturaleza todo es importante. 

Desde el más colosal de los árboles y hasta el más modesto de los líquenes, todos los habitantes de nuestros campos cumplen un papel absolutamente indispensable en la conservación de los ecosistemas. Con la pérdida de cualquiera de ellos, la red de la vida pierde un eslabón con insospechadas conexiones con el resto de los protagonistas de los paisajes.
De todas las formaciones vegetales, sin duda alguna, la más vilipendiada e infravalorada es el matorral. En demasiadas ocasiones, considerados irreflexivamente como “malas hierbas”, maleza o directamente suciedad, los arbustos y los árboles de escaso porte son una de las columnas vertebrales que sostienen y enriquecen la asombrosa biodiversidad del planeta.
¿Por qué son tan extraordinariamente importantes los matorrales en la salud y conservación de nuestros ecosistemas? Os daremos 10 argumentos que consideramos de extremo valor para cuidar y admirar a esta generosa y maltratada formación vegetal:
1. En plena sequía los matorrales son las mejores “redes de lluvia”. En este 2017 de sequía de record, el matorral de las montañas nos regala una buena parte de las aguas que los suelos están guardando como un tesoro para nutrir a nuestros ríos. La intrincada maraña de hojas y ramas se comporta como núcleos de condensación que permiten atrapar las minúsculas y dispersas gotas de vapor de agua que de otro modo no llegarían a precipitar. Como si se tratara de la mágica labor de un alquimista, las gotas recién formadas sobre el follaje escurren hasta alcanzar el suelo como una autentica y delicada lluvia. Al mismo tiempo, el suelo mullido y cohesionado con la red de sus raíces y el colchón orgánico de hojas y ramas caídas año tras año, almacena esta lluvia de gotas para irlas liberando, con paciencia y extremo cuidado, hasta alimentar los manantiales y pequeños arroyos de cabecera de nuestros ríos. Así de simple y rotundo: arrancar o quemar el matorral supone disponer de menos agua en nuestros ríos, cultivos y hogares.
2. El matorral es el hogar protector del futuro bosque. La espesura del matorral crea las condiciones idóneas de humedad, sombra y aporte de nutrientes al suelo que innumerables especies de árboles requieren, muy especialmente, en sus primeras fases de desarrollo. En un clima seco y cálido como el de la mayor parte de Iberia y todo el sur de Europa, los arbustos se comportan como autenticas nodrizas de la mayoría de los árboles. Particularmente trascendental es su labor con las especies más sensibles al calor, la sequía y la insolación directa. En las sierras de Salamanca, tejos y acebos necesitan el cobijo de brezos, piornos y retamas para no ser, literalmente, abrasados por los rayos del sol. Sin la copa protectora de esta maraña, hace tiempo que habríamos perdido a estas dos joyas botánicas amantes de los climas más frescos y húmedos.

3. El más confortable de los refugios invernales: erizos, lagartijas y lagartos, culebras, eslizones, incontables insectos, corzos, ciervos, jabalíes, zorros, liebres, lobos…y ¡suelos!, necesitan del cálido abrigo del matorral. Su techumbre ofrece el más seguro y cálido refugio invernal frente al azote del viento, los hielos, nieves y las miradas. El suave y oculto microclima creado dentro del laberinto de sus cepas retorcidas, hojas y ramas, proporciona a animales y plantas la protección que requieren para superar la dura prueba de los largos meses de frío y escasez. Todos deben al abrigo del matorral una buena parte de sus posibilidades de superar con éxito el invierno.