miércoles, 21 de diciembre de 2016

Un vecino presentó una denuncia y después le cortaron un castaño centenario

Talan sin permiso un castaño centenario en Carballedo después de que su dueño denunciase cortas abusivas.

Los trabajos de limpieza de maleza que se llevan a cabo regularmente para mantener despejados los tendidos eléctricos han generado este año un considerable malestar en Carballedo. Vecinos de este municipio aseguran que el desbroce fue más agresivo que en otras ocasiones y que sobrepasó los límites que marca la ley. Uno de los afectados presentó este verano una denuncia por lo sucedido y poco más de un mes después la empresa contratada para llevar a cabo este trabajo volvió y le taló un castaño centenario de grandes dimensiones.

Este episodio se produjo en la parroquia de Castro, en un paraje con abundantes soutos de castaños que los vecinos conocen como Penedos da Bouzoá. El enorme tronco del castaño está todavía en el sitio en el que cayó. Su pie medía dos metros de diámetro y siete de circunferencia.

Junto a él, Miguel Suárez cuenta que él consiguió evitar que le pasase algo parecido a los castaños que tiene en un terreno cercano porque pudo plantarse frente a los operarios forestales. «Díxenlles que aquilo era un terreo privado e que non tiñan permiso para entrar», recuerda. Insistieron, pero se mantuvo en sus trece y amenazó con denunciarlos. Acabaron por marcharse sin entrar en su parcela. Suárez asegura que nadie recibió un aviso previo de que iban a empezar los desbroces ni una explicación de cómo iban a ser, que simplemente llegaron y entraron prácticamente donde quisieron, porque la mayoría de las propiedades están en manos de personas que ya no viven en la zona. Por ejemplo, el dueño del castaño centenario, un emigrante que cuando presentó la denuncia estaba pasando las vacaciones en Carballedo, pero cuando se lo talaron ya había vuelto su lugar habitual de residencia en Venezuela.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Árboles luminosos

Árboles luminosos para sustituir las farolas en las calles de las ciudades


Cuenta la mitología budista que un día, alrededor del siglo V antes de nuestra era, Sidarta Gautama se sentó bajo una higuera una noche de luna llena y prometió no levantarse hasta alcanzar el Nirvana. Permaneció en la misma postura durante 49 días con sus noches. Cuando abrió los ojos se había convertido en un iluminado (un buda) y estaba tan agradecido a aquel “ficus religiosa” por haberle dado cobijo que permaneció una semana entera mirando sus ramas en señal de respeto y admiración. En el caso del Buda la luz llegó de su interior -una iluminación metafórica- pero Antony Evans, fundador de Glowing Plants, quiere que esa luz tenga una dimensión física y que provenga de las plantas.

La idea de conseguir que algunas especies vegetales brillen en la oscuridad no es nueva. En los años 80 ya se consiguió al introducir encimas luciferinas provenientes de luciérnagas en algunas plantas. Los resultados, aunque llamativos, fueron modestos: había que fotografiar a la planta con una exposición de ocho horas para apreciar una tenue luminiscencia. Más adelante, en 2010, investigadores de la universidad Stony Brook modificaron genéticamente una planta de tabaco al transplantarle algunos genes de una bacteria marina productora de luciferina. Lo novedoso en el proyecto que lidera Evans es que diseñan las secuencias de ADN en un ordenador con un software especial, y después lo imprimen para inyectarlo con una pistola de genes.

Cualquiera puede conseguir una de estas semillas milagrosas a través de la web de Glowing Plants y hacer crecer una planta luminosa en casa. Incluso, si se atreve, probar sus propios experimentos, puesto que el ADN creado es de código abierto y, por lo tanto, modificable. Antony Evans y sus socios insisten en que su proyecto es la solución a un mundo que consume recursos de forma enloquecida, lo que llevará a quebrar los límites del planeta. La propia Naturaleza, afirman, tiene la respuesta a través de la bioluminiscencia, puesto que es una energía limpia, renovable y sostenible.

“Estamos, afirma Evans, entrando en una era en la que diseñar un organismo biológico será tan fácil como diseñar una aplicación móvil” por eso confía en que sus plantas podrán, en pocos años, servir para eliminar las farolas en las ciudades y sustituirlas por árboles luminosos.
Fuente: Antony Evans, CEO y cofundador de Glowing Plant