Un ser de cuento de hadas. Un espécimen
que ha sobrevivido miles de años siendo testigo del paso del tiempo y de las
radicales transformaciones de su entorno. Se trata del árbol más grande de
Andalucía, según el último catálogo elaborado por técnicos de la Consejería de Medio
Ambiente de la Junta
de Andalucía. La encina milenaria, está situada en una finca privada del
hermoso paraje del valle de La
Loma. El espacio discurre paralelo a la carretera local de
Serón que une el municipio el antiguo poblado minero de Las Menas de la ladera
norte de la Sierra
de los Filabres.
El soberbio árbol, cuya edad se
cuenta por siglos, tiene unos 16
metros de circunferencia de base y unos 25 de altura.
Aunque otras especies arbóreas ganan más altura que la encina, este ejemplar es
considerado, según los técnicos de la
Junta, el de mayor porte y uno de los de mayor antigüedad de
todos los catalogados hasta la fecha en la comunidad autónoma. La milenaria
encina se ha inventariado dentro de la campaña de campo para elaborar el
catálogo de árboles singulares de la provincia de Almería, el último de los
ocho elaborados por este departamento, correspondientes a las provincias
andaluzas.
La peana
La encina, carrasca, chaparra o
chaparro (Quercus ilex ) es conocida popularmente por los aldeanos como la
encina milenaria o 'La
Peana'. Sus hojas, que son perennes (permanecen en el árbol
entre dos y cuatro años, con una media de 2,7 años), coriáceas y de un color
verde oscuro por el haz y más claro por el envés. Son muy duras para evitar la
excesiva transpiración de la planta, lo que le permite vivir en lugares secos y
con gran exposición al sol, como valle de La Loma. Su corteza es
oscura y se agrieta en todas direcciones.
En las proximidades donde se
ubica esta singular encina, sobreviven otros ejemplares milenarios de esta
especie, como la encina de la ermita de la Loma o la del paraje conocido como Los Sapos. La
existencia de estos árboles singulares, cuya catalogación oficial por parte de la Consejería de Medio
Ambiente aporta ayudas de la administración a los propietarios de las fincas en
los que se ubican, demostraría, según los técnicos de la Junta de Andalucía, la
idoneidad y perdurabilidad de las especies autóctonas del monte mediterráneo
frente a las repoblaciones intensivas de otras especies de rápido crecimiento.
Supervivientes
Este árbol supone uno de los
principales vestigios de la historia de lo que fue la vegetación mediterránea
de encinas y coscojas dominante en otros tiempos en la Sierra de Los Filabres.
Permanece como huella viva del pasado del antiguo bosque mediterráneo que
antaño poblaba este rincón de la Península Ibérica. Su progresiva desaparición
pone de manifiesto la fragilidad con la que los antiguos bosques han respondido
ante la sobreexplotación de sus recursos naturales, el deterioro producido por
el abandono definitivo de los cultivos y la enorme dificultad para poder
regenerar un aspecto, al menos, parecido al que antaño poseían.
A lo largo de la historia, la
encina ha sido utilizada por el ser humano de múltiples formas. Ha obtenido leña
de alto poder calorífico; la bellota se empleaba para alimentar a los ganados y
la corteza se utilizaba en las tenerías. En épocas de escasez la bellota de
carrasca ha sido consumida incluso por las personas.
El experto Rafael Moro, en su
principal obra de la Guía
de los Árboles de España, propone que de modo oficial se nombre a la encina
árbol nacional de España, así como el pino piñonero lo es de Italia y el roble
de Alemania, además plantea en este mismo documento la idoneidad de la encina
como especie óptima para repoblar todas las zonas de suelo irrecuperable por
todas sus características de adaptabilidad a suelos pobres y en beneficio del
medio ambiente.
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