Hace 270 millones de años, mucho
tiempo antes de que los primeros dinosaurios caminaran sobre nuestro planeta,
aparecieron los ginkgos. Las ginkgoáceas alcanzaron su esplendor en el período
Jurásico en el que se llegaron a contabilizar 11 especies diferentes, pero hace
65 millones de años, y coincidiendo con la desaparición de los dinosaurios,
comenzó su declive. Hace 7 millones de años, se extinguieron en América y 4,5
millones de años después lo mismo ocurrió en Europa. De todo aquel grupo de
árboles que prosperó en tiempos en que los antepasados del hombre eran pequeñas
musarañas que caminaban asustados bajo la sombra de los grandes saurios, sólo
ha sobrevivido una especie, el ginkgo biloba.
Los últimos ginkgos sobrevivieron
en los jardines de templos budistas de China, Japón y Corea donde eran considerados árboles sagrados. Se cree
que no existen en estado salvaje, porque aunque se han encontrado algunos
bosques de ginkgos, se sospecha que no han nacido de forma espontánea. El
ginkgo fue descubierto al mundo occidental en 1691 por el botánico alemán
Kaempfer que vio algunos ejemplares en jardines de monasterios budistas
japoneses, de donde se trajeron los primeros ejemplares que llegaron a Europa
en 1717 y a América en 1758.
El ginkgo es un árbol dioico, es
decir, hay pies macho y pies hembra. La mayoría de los árboles son machos, en
Europa el primer ejemplar hembra apareció en Suiza en 1814. En los jardines, se
suelen plantar ejemplares masculinos, porque las hembras dan unos frutos que
desprenden un olor nauseabundo al pudrirse.
El ginkgo puede superar los 40 metros de altura, (se
habla de un ejemplar en Dabao-China de 60 metros) y vivir más de
2000 años, edad que algunos autores elevan a 4000. Es un árbol muy decorativo,
con unas hermosas hojas en forma de abanico (Foto Cor Kwant) que en otoño
adquieren un llamativo tono amarillo. Las aplicaciones de este árbol son
innumerables, además de sus semillas comestibles llamadas pake-wo, sus hojas
eran introducidas en los libros por los monjes budistas para preservarlos de
ataques de insectos y hongos. Por su resistencia al fuego se utiliza en varias
zonas como cortafuegos natural. Además, posee diversas sustancias muy
apreciadas tanto por la medicina tradicional china como por la ciencia oficial,
a las que incluso se le atribuyen propiedades anticancerígenas.
El ginkgo es un árbol muy
resistente. No se le conoce ninguna enfermedad, soporta muy bien la
contaminación, el fuego, las bajas temperaturas, la falta de luz e incluso la
radioactividad. El 6 de agosto de 1945 explotaba en Hiroshima, Little Boy, la
primera de las dos bombas atómicas lanzadas en Japón en la Segunda Guerra
Mundial. Un ginkgo que se encontraba en los jardines de un templo budista, a 1 km. del lugar de la
explosión quedó destrozado. Pero este superviviente del Pérmico no estaba
dispuesto a morir. En la primavera siguiente, el viejo ginkgo brotó de nuevo.
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